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miércoles, 28 de septiembre de 2011

Es que se me hace tan difícil salir de toda esta porquería que me inunda la mente cada vez más y más. Todo el tiempo pensando en que cada caloría que entre por mi boca me va a engordar como tres kilos, que voy a ser una obesa por eso. No puedo comer en paz, no puedo comerme un misero pedazo de torta que ya me lleno de culpa y me largo a llorar, soy tan sensible. Esa voz, esa voz que tienen varias personas en la cabeza, no me deja vivir en paz, no me deja ser feliz, no se va, no se va más. Lucho cada día, lucho, lucho sola, sin nadie, porque nadie me entiende, pero tampoco nadie se fija en mi, nadie se fija en mi sufrimiento, a nadie le importo, siempre estoy acompañada pero vivo en soledad, siento esa soledad que siempre se me aproxima, y me termina de atrapar. ¿Qué mierda pensarán si les digo que me encantan y amo mis huesos? Dirán que soy una loca, y tendrán razón claro; pero el tema es que si, yo amo mis huesos. Amo tocarme los huesos de mi cadera y ver el espacio que hay entre mi pantalón y mi panza, esa panza que también a veces, solo a veces, amo tanto. Pero quiero más, siempre quiero más, y voy a ir por más.

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